Desde sus primeras páginas El perfume de Patrick Süskindcautiva y repele, tal vez como el aroma de una esencia que, confundido con los humores de un cuerpo, presa de la luminosidad solar, nos atrae y, al mismo tiempo, nos empuja, a menudo sin conseguirlo, a escapar de su influjo. A esta ambigua sensación se suman la curiosidad, el disgusto y la zozobra que despierta en el lector la odorífera evocación, hecha por Süskind, de un momento de la historia de Francia.